Azul bereber nació en un cuaderno de anillas, en un cambio de etapa vital y también en medio de un mar de dudas. Sentía la necesidad de crear un espacio donde compartir mis pensamientos, darles rienda suelta y con ello también poder despertar sueños en otros soñadores, quizás algo dormidos.
Unos meses más tarde volvía de Marruecos con 23 kilos de ilusión en la maleta y con el alma plena. Hoy, unos días después del lanzamiento de la primera colección y con alguna pieza ya viajando hacia su nuevo hogar, he recibido muchísimo cariño. Este proyecto me ha regalado personas increíbles que también creen en esta locura y que me han aportado muchísimo valor. Vuestras palabras me han emocionado y me han dado alas para seguir volando (o más bien flotando).
Ahora quiero continuar con calma y dejar que este proyecto fluya con naturalidad. Disfrutando de este nuevo comienzo en el que no existe el miedo al cambio, un maravilloso viaje sin retorno en el que dejarme llevar.
¿Volamos juntos?
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